EL HERALDO
SILAO, Gto. (OEM-Informex).- Ante más de 600 mil fieles reunidos al pie del Cerro del Cubilete, el papa Benedicto XVI invitó a los católicos a superar el cansancio de la fe y recuperar la alegría de ser cristianos, de pertenecer a la Iglesia católica.
El Vicario de Cristo suplicó a María de Guadalupe inspirar a México para continuar llamando al respeto, defensa y promoción de la vida humana y al fomento de la fraternidad, evitando la terrible venganza y desterrando el odio que divide.
Al pronunciar el Ángelus Domini, Benedicto XVI oró a la Virgen de Guadalupe para que ayude a nuestro país a superar el narcotráfico, la criminalidad, la corrupción, la crisis de valores la división en las familias, la migración forzada, la pobreza y violencia doméstica.
Asimismo, lamentó que "tantas familias se encuentren divididas o forzadas a la migración" y añadió que "muchas padecen a causa de la pobreza, la corrupción, la violencia doméstica, el narcotráfico, la crisis de valores y la criminalidad".
De ahí que instó a los fieles a que en "tiempos de prueba y dolor" se pongan en manos de Cristo Rey y de la Virgen Guadalupana. "Acudimos a María en busca de consuelo, fortaleza y esperanza", dijo el Sumo Pontífice.
Al rezar el Ángelus, dijo el Papa, "sus ojos se dirigieron espiritualmente hacia el cerro del Tepeyac, al lugar donde la madre de Jesús es honrada con fervor desde hace siglos, como signo de reconciliación y de la infinita bondad de Dios para con el mundo.
Recordó que sus predecesores en el papado honraron a la Virgen de Guadalupe con títulos entrañables como "señora de México", "celestial patrona de Latinoamérica" o "madre y emperatriz del continente".
El Santo Padre confió que Cristo ayude a los creyentes mexicanos y de América Latina, "a promover audazmente la paz, la concordia la justicia y la solidaridad." Por lo que pidió a la Virgen María purificar el corazón, de estos pueblos, para que Cristo reine en sus vidas.
Al encabezar la multitudinaria celebración eucarística en el Parque Bicentenario, donde se adaptó con un gran altar con un Cristo al centro y a su lado derecho la Virgen de Guadalupe, el Sumo pontífice conminó a los cristianos y las comunidades eclesiales "resistir la tentación de una fe superficial y rutinaria a veces fragmentaria e incoherente".
En su homilía, el jerarca de la Iglesia católica externó su confianza en que con la gracia de la Virgen de Guadalupe, México continúe "llamando al respeto, a la defensa y promoción de la vida humana y al fomento de la fraternidad, evitando la inútil venganza y desterrando el odio que divide".
Benedicto XVI externó su alegría por estar cerca del monumento a Cristo Rey, en lo alto del Cerro del Cubilete, "lugar emblemático de la fe del pueblo mexicano", y remarcó el hecho de que el reinado de Cristo "no consiste en el poder de sus ejércitos para someter a los demás por la fuerza o la violencia".
También recordó que Juan Pablo II, aunque lo deseó fervientemente, no pudo visitar este lugar emblemático de la fe del pueblo mexicano en sus viajes a esta querida tierra".
Por lo que agregó: "seguramente se alegrará hoy desde el cielo de que el señor me haya concedido la gracia de poder estar ahora con ustedes, cómo también habrá bendecido a millones de mexicanos que han querido venerar sus reliquias, recientemente, en todos los rincones del país. En este monumento se representa a Cristo Rey", indicó.
En su mensaje, el vicario de Cristo recordó que en Aparecida, los obispos de Latinoamérica y el Caribe han sentido con clarividencia la necesidad de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en las historia de estas tierras.
Dijo que a la fecha, se está llevando a cabo diócesis por diócesis en el continente para hacer llega la convicción a todos los cristianos y comunidades eclesiales, para que resistan a la tentación de un fe superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente.
Al momento de la eucaristía, el presidente Felipe Calderón encabezó la fila para recibir la comunión. Le siguieron sus hijos María, Luis Felipe y Juan Pablo y al final su esposa Margarita Zavala.
Al término de la misa que duró casi dos horas, Benedicto XVI, el papa se arrodilló frente a una imagen de la Virgen de Guadalupe frente a la cual oró por el país. En tanto cientos de fieles gritaban "Viva el Papa, Viva Cristo Rey, viva la Guadalupana".
En vísperas de la Semana Santa, exhortó a los fieles a reflexionar "especialmente en los momentos de dolor y de esperanza como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica".
A las 9:15 de la mañana, el griterío estalló cuando a través de la pantalla se observó la llegada de Benedicto XVI al Parque Bicentenario. Diez minutos después se escuchó del sonido local: "El papa está entre nosotros" y los gritos de emoción retumbaron por todo el campo abierto.
El jefe del Estado vaticano llegó al altar, tras sobrevolar el Cerro del Cubilete, en cuya cima se encuentra el Santuario de Cristo Rey. Posteriormente, en medio de aplausos y a bordo del papamóvil, el obispo de Roma recorrió el Parque Bicentenario. Le fue entregado un sombrero de charro, que el pontífice se colocó en la cabeza.
El jerarca católico fue recibido por el arzobispo de León, José Martín Rábago, quien le dio la bienvenida. En su mensaje, comentó Benedicto XVI viene como mensajero de buenas nuevas, a reanimar a los mexicanos y a invitarlos a una nueva evangelización.
Martín Rábago resaltó los males que vive México, entre ellos la violencia y muerte, "que han generado -dijo- la penosa sensación de temor, impotencia y duelo".
En la celebración religiosa, el Papa regaló un mosaico de Cristo Rey para que sea colocado en el interior del Santuario del Cubilete.
El Vicario de Cristo suplicó a María de Guadalupe inspirar a México para continuar llamando al respeto, defensa y promoción de la vida humana y al fomento de la fraternidad, evitando la terrible venganza y desterrando el odio que divide.
Al pronunciar el Ángelus Domini, Benedicto XVI oró a la Virgen de Guadalupe para que ayude a nuestro país a superar el narcotráfico, la criminalidad, la corrupción, la crisis de valores la división en las familias, la migración forzada, la pobreza y violencia doméstica.
Asimismo, lamentó que "tantas familias se encuentren divididas o forzadas a la migración" y añadió que "muchas padecen a causa de la pobreza, la corrupción, la violencia doméstica, el narcotráfico, la crisis de valores y la criminalidad".
De ahí que instó a los fieles a que en "tiempos de prueba y dolor" se pongan en manos de Cristo Rey y de la Virgen Guadalupana. "Acudimos a María en busca de consuelo, fortaleza y esperanza", dijo el Sumo Pontífice.
Al rezar el Ángelus, dijo el Papa, "sus ojos se dirigieron espiritualmente hacia el cerro del Tepeyac, al lugar donde la madre de Jesús es honrada con fervor desde hace siglos, como signo de reconciliación y de la infinita bondad de Dios para con el mundo.
Recordó que sus predecesores en el papado honraron a la Virgen de Guadalupe con títulos entrañables como "señora de México", "celestial patrona de Latinoamérica" o "madre y emperatriz del continente".
El Santo Padre confió que Cristo ayude a los creyentes mexicanos y de América Latina, "a promover audazmente la paz, la concordia la justicia y la solidaridad." Por lo que pidió a la Virgen María purificar el corazón, de estos pueblos, para que Cristo reine en sus vidas.
Al encabezar la multitudinaria celebración eucarística en el Parque Bicentenario, donde se adaptó con un gran altar con un Cristo al centro y a su lado derecho la Virgen de Guadalupe, el Sumo pontífice conminó a los cristianos y las comunidades eclesiales "resistir la tentación de una fe superficial y rutinaria a veces fragmentaria e incoherente".
En su homilía, el jerarca de la Iglesia católica externó su confianza en que con la gracia de la Virgen de Guadalupe, México continúe "llamando al respeto, a la defensa y promoción de la vida humana y al fomento de la fraternidad, evitando la inútil venganza y desterrando el odio que divide".
Benedicto XVI externó su alegría por estar cerca del monumento a Cristo Rey, en lo alto del Cerro del Cubilete, "lugar emblemático de la fe del pueblo mexicano", y remarcó el hecho de que el reinado de Cristo "no consiste en el poder de sus ejércitos para someter a los demás por la fuerza o la violencia".
También recordó que Juan Pablo II, aunque lo deseó fervientemente, no pudo visitar este lugar emblemático de la fe del pueblo mexicano en sus viajes a esta querida tierra".
Por lo que agregó: "seguramente se alegrará hoy desde el cielo de que el señor me haya concedido la gracia de poder estar ahora con ustedes, cómo también habrá bendecido a millones de mexicanos que han querido venerar sus reliquias, recientemente, en todos los rincones del país. En este monumento se representa a Cristo Rey", indicó.
En su mensaje, el vicario de Cristo recordó que en Aparecida, los obispos de Latinoamérica y el Caribe han sentido con clarividencia la necesidad de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en las historia de estas tierras.
Dijo que a la fecha, se está llevando a cabo diócesis por diócesis en el continente para hacer llega la convicción a todos los cristianos y comunidades eclesiales, para que resistan a la tentación de un fe superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente.
Al momento de la eucaristía, el presidente Felipe Calderón encabezó la fila para recibir la comunión. Le siguieron sus hijos María, Luis Felipe y Juan Pablo y al final su esposa Margarita Zavala.
Al término de la misa que duró casi dos horas, Benedicto XVI, el papa se arrodilló frente a una imagen de la Virgen de Guadalupe frente a la cual oró por el país. En tanto cientos de fieles gritaban "Viva el Papa, Viva Cristo Rey, viva la Guadalupana".
En vísperas de la Semana Santa, exhortó a los fieles a reflexionar "especialmente en los momentos de dolor y de esperanza como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica".
A las 9:15 de la mañana, el griterío estalló cuando a través de la pantalla se observó la llegada de Benedicto XVI al Parque Bicentenario. Diez minutos después se escuchó del sonido local: "El papa está entre nosotros" y los gritos de emoción retumbaron por todo el campo abierto.
El jefe del Estado vaticano llegó al altar, tras sobrevolar el Cerro del Cubilete, en cuya cima se encuentra el Santuario de Cristo Rey. Posteriormente, en medio de aplausos y a bordo del papamóvil, el obispo de Roma recorrió el Parque Bicentenario. Le fue entregado un sombrero de charro, que el pontífice se colocó en la cabeza.
El jerarca católico fue recibido por el arzobispo de León, José Martín Rábago, quien le dio la bienvenida. En su mensaje, comentó Benedicto XVI viene como mensajero de buenas nuevas, a reanimar a los mexicanos y a invitarlos a una nueva evangelización.
Martín Rábago resaltó los males que vive México, entre ellos la violencia y muerte, "que han generado -dijo- la penosa sensación de temor, impotencia y duelo".
En la celebración religiosa, el Papa regaló un mosaico de Cristo Rey para que sea colocado en el interior del Santuario del Cubilete.
que pena que Joseph con tanta educacion no haga saber a los catolicos sinceros que la "virgen" no puede lograr nada, como boton de muestra los mexicanos tienen pidiendole que les ayude por casi 500 anos y no les ha respondido porque siguen igual de fregados, ahora quiere pedirle que les ayude a acabar con el narcotrafico? creanlo que no les va a escuchar, o a lo mejor Malverde es mas milagroso que ella y los narcos tienen vara alta.
ResponderEliminarIf only she would listen to his plea
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