lunes, 12 de septiembre de 2011

Mujer que no teme a los delincuentes

EL PUEBLO


Los primeros que atendieron la denuncia de un asalto bancario fueron María Eugenia y cinco de sus compañeros de la Policía Preventiva de Jiutepec, Morelos. Todos subieron a uno de los dos autos que tenía la corporación en 2003 y enfilaron hacia la zona industrial del municipio donde estaba la institución crediticia.

Justo a su llegada los asaltantes salían del banco con el botín y al ver a los uniformados dispararon contra ellos. Una de las balas atinó en la cara del oficial que iba sentado al lado de la policía; el proyectil ingresó por debajo del ojo y salió por la parte trasera de su cabeza.

“Ese ha sido el momento de mayor peligro y satisfacción personal, porque detuvimos a todos los presuntos y los pusimos a disposición”, relata María Eugenia Maldonado Arellano, de 38 años, 20 de ellos dedicados al el servicio policial.

A ocho años del suceso, María Eugenia evoca la etapa cuando las leyes eran diferentes y había mayor confianza en la actuación policiaca. “Ahora los delincuentes tienen muchas garantías y hasta ellos mismos te dicen cuando son detenidos: ‘más tardas en llevarme que yo en salir’”.

Asegura que esa virtual ventaja la obligó a cursar la carrera de Derecho para defender a sus compañeros acusados de violar las garantías de los presuntos delincuentes.

En año y medio terminará la carrera y sólo ella sabe cómo administrará sus tiempos de policía, estudiante, madre de tres hijos y deportista del Lima Lama, disciplina con la que obtuvo una medalla de oro en los juegos Panamericanos de marzo pasado, celebrados en Cuba.

“La verdad vale la pena el esfuerzo y en noviembre próximo voy por el primer lugar en la competencia mundial de Lima Lama, que se llevará a cabo en Corea, y el próximo año iré a los Juegos Olímpicos de Inglaterra”, comenta María Eugenia.

Orígenes de su vocación

María Eugenia tenía 17 años cuando decidió continuar con el legado de la familia. Su madre la acompañó al Colegio Estatal de Policía para acreditar el deseo de su hija de abrazar la carrera, imagen a la que se acostumbró desde que veía a sus abuelos paternos como tenientes coronel del Ejército en el estado de Chiapas.

Su papá siguió con la tradición y se formó en las distintas corporaciones policiacas, le siguieron sus hijos varones, unos en el Ejército y otros en la Policía Ministerial.

Desde entonces los uniformes color verde olivo, azules, armas de cargo, gorras y otros accesorios de los policías la acompañan en su vida.

“Cuando veía que mis hermanos del Ejército se ponían los uniformes decía: ‘yo quiero ponerme uno igual’ y por eso decidí entrar a la academia a los 17 años, por fortuna conté con el apoyo de mis padres”, recuerda.

Considerada la cadete más joven de su generación, María Eugenia aguantó los seis meses de academia y luego escaló peldaños por sus propios méritos, pero también por los más de 15 cursos de actualización policial que ha tomado.

Recuerda que inició en la Policía de Tránsito estatal, corporación a la que ingresó mediante la realización de exámenes; entonces, dice, era difícil lograr una plaza de policía. En ese tiempo exigían una estatura promedio y secundaria terminada, aunque ella estudiaba la preparatoria.

De Tránsito despegó hacia la Dirección de Seguridad Pública estatal; transportes; policía ecológica en la Comisión Ejecutiva de Agua y Medio Ambiente; Policía ministerial y en la actualidad es agente de tránsito en Jiutepec, una de las demarcaciones con mayores índices delictivos.

Su jornada de trabajo es de lunes a viernes e inicia a las 06:45 horas en los principales cruceros viales del bulevar Cuauhnáhuac y a las 15:00 horas se da tiempo para ver a sus hijos. A las 19:00 horas acude al gimnasio y los sábados se dedica a estudiar la licenciatura en Derecho.

Bajo este contexto, dice, que la herencia policial familiar no terminará, ya que sus hijas siguen sus pasos. Su hija mayor, de 20 años, realizó el examen para incorporarse a la Policía Federal Preventiva y lo logró; la de 14 años fue campeona en las competencias panamericanas en taekwondo y primer lugar nacional en tiro deportivo, y otra pequeña de unos cuantos meses “seguramente será abogada”, afirma María Eugenia.

Una campeona panamericana

A María Eugenia es fácil identificarla por su uniforme azul, pero pocos saben que detrás de la vestimenta se oculta la campeona panamericana de Lima Lama, por cuyo triunfo la conocen como la Policía de Oro en alusión a la medalla dorada que obtuvo en los juegos de marzo pasado, celebrados en Cuba, al vencer a 36 rivales.

Pero para alcanzar ese tipo de preseas, cuenta, comenzó a practicar el deporte cuando tenía 13 años, aunque la técnica no la usa para someter a los delincuentes porque podría lastimarlos debido a que concentra 13 artes marciales y sus objetivos son quebrar los huesos de los rivales.

Así sucedió en la competencia de Cuba. A la finalista de República Dominicana le rompió la quijada, a la semifinalista de Cuba le quebró la mano derecha y a su adversaria de Venezuela una rodilla.

María Eugenia considera que la única dificultad para continuar con el arte marcial que práctica es la alimentación, ya que con su actividad como policía enfrenta la dificultad de llevar una dieta para mantener el peso correspondiente, pero por fortuna —dice— el alcalde de Jiutepec, Miguel Ángel Rabadán Calderón, dio instrucciones para que la corporación la apoye con lo necesario.

Considerada la primera policía de Jiutepec, la oficial afirma que su condición de mujer jamás la ha colocado en un nivel inferior.

“Lo que más amo de mi trabajo es ayudar a la gente, porque estás ahí cuando te necesitan, cuando tienes que detener el tráfico para que pasen las personas o cuando hay atrapar a algún delincuente”, explica.

Una trayectoria limpia

Forjada en el seno del orden policial y la disciplina castrense, María Eugenia de pronto encaró una de las decisiones más importantes de su vida. Frente a ella escuchó al padre de sus hijos, también policía, que le preguntó: “’¿quieres ser policía o jefa de familia?’ Elegí la primera, porque me gusta ser policía y si él no entendió ni modo. Yo amo ser policía”, dice.

En su carrera como servidora pública, María Eugenia acumula más de 150 personas detenidas por distintos delitos y mantiene una trayectoria limpia mediante la máxima de trabajar alejada de la corrupción.

—¿Qué opinas de aquellos policías que sirven a la delincuencia?

“Aquí en la policía de Jiutepec no te puedo decir que hay algo de eso. Todos se dedican a su trabajo y a su familia, podría meter las manos al fuego por mis compañeros porque vivimos al día y estamos ajustados a los exámenes de control y confianza”.

—¿Qué le dices a la gente que desconfía de la policía?

“Lo que debemos lograr es la corresponsabilidad de ambas partes. En el caso de la población debe tener mayor conciencia y presentar las denuncias ante las autoridades para terminar con la delincuencia

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