jueves, 23 de diciembre de 2010

Habitantes de Texmelucan intentan continuar con su vida tras la explosión



CNNMéxico

CIUDAD DE MÉXICO-. Agual que todos los domingos desde hace cuatro años, María Ávila se levantó unos minutos después de las cinco de la mañana. Mientras caminaba hacia el Motel Oasis, donde trabaja como recepcionista, notó que la acera estaba encharcada, casi inundada. Recuerda también que un fuerte olor "como a gasolina" le picaba la nariz y la garganta.

Ese día no pudo pasar más allá de la esquina que normalmente cruza para llegar a su lugar de trabajo. Una pequeña camioneta se había quedado atorada en la calle a causa del líquido que inundaba la avenida. Unos minutos después, se tuvo que echar a correr junto con el conductor de la camioneta al ver que el río Atoyac se prendía en llamas y que el fuego avanzaba hacia ellos.

Una fuga en el oleoducto de la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) que pasa por debajo del municipio de San Martín Texmelucan, en Puebla, había
provocado una explosión que a su paso dejó 29 muertos, 53 lesionados y más de 80 viviendas dañadas, según las cifras más recientes del gobierno federal.
El director general de Pemex, Juan José Suárez Coppel informó que una
toma clandestina —de donde se extraía gasolina de manera ilegal— fue lo que provocó el estallido.

La localidad de alrededor de 80,000 habitantes se encuentra sobre una red de ductos de gas y de hidrocarburos. Más del 60% tiene más de 40 años y no ha recibido mantenimiento, según Francisco Labastida, presidente de la Comisión de Energía del Senado mexicano, lo que potencia el riesgo en la zona.
Ese día, María fue por sus dos hijas y su marido y caminaron hasta llegar a la caseta de peaje del vecino estado de Tlaxcala.

"No había vías para salir de San Martín y tuvimos que ir hacia el monte que era lo más próximo, pero también se llenó de carros, de gente en pánico, había varios accidentes", recuerda Angélica Hurtado, investigadora de la Universidad Tecnológica de Huejotzingo y habitante de San Martín Texmelucan, quién salió de casa junto con sus tres hijos.

"Desde que salías el humo te picaba la garganta, no podías respirar, la gente gritando, había enfermos en la calle envueltos en cobijas, querían escapar del puente y no había ninguna autoridad que nos orientara".
Aunque María y Angélica se salvaron de sufrir quemaduras y pudieron huir a tiempo junto con sus familiares, según reportes de medios locales, actualmente unas 210 personas se encuentran viviendo en los albergues instalados en gimnasios y escuelas de la localidad.

María Sánchez es una de ellas.
Su casa se quemó al paso del fuego y perdió todo lo que estaba dentro de ella, incluidos sus ahorros.

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