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CIUDAD JUÁREZ (CNNMéxico) — Para las dos amas de casa que aceptaron el cargo de policías en Samalayuca, un pueblo de tres mil habitantes y calles sin pavimentar que se encuentra a 25 kilómetros al sur de Ciudad Juárez, en Chihuahua, el problema no es el crimen organizado sino la cantidad de jóvenes que son adictos a las drogas.
Verónica Rios Ontiveros y Olga Herrera Castillo serán las responsables de mantener la seguridad de los habitantes de los ejidos El Vergel y Villa Luz, respectivamente. Aseguran que, a pesar del clima de violencia que se registra en la región, ellas no tienen miedo porque saben que su función es prevenir el delito, y no el combate al narcotráfico.
Sin una idea clara del sueldo que van a ganar; sin armas de fuego porque la ley prohíbe a los policias ejidales que las usen; olvidados del gobierno municipal de Juárez; con una camioneta de seguridad destartalada y en pésimas condiciones mecánicas, ambas van a iniciar su trabajo.
“Los habitantes de Samalayuca tenemos todavía la tranquilidad que otras partes no tienen, desafortunadamente el pueblo se ha quedado estancado porque, a pesar de que todos los camiones de pasajeros, de carga y automovilistas que van o vienen del sur y centro del país con rumbo a Juárez pasan por aquí, no tenemos un comercio organizado que los atienda”, explico Verónica, de 43 años y madre de cinco hijos.
Por su parte, Olga Herrera, de 36 años y feliz madre de 3 niños, reconoció preocupada que, “si bien vivimos sin los problemas de inseguridad que sufren en otras partes, si hay muchachos que andan en las drogas por eso necesitamos que, tanto el gobierno del estado como el municipio, nos ayuden a construir un centro de rehabilitación para jóvenes”.
Ambas policías tienen claras sus funciones, “será nuestra obligación atender el robo de ganado, sellar la documentación del traslado de ganado, el corte y la invasión de cercos en los ranchos, los robos en domicilios y los casos de violencia intrafamiliar, entre otros”.
En octubre pasado se dio a conocer que Marisol Valles, con sólo 20 años de edad, asumió el mando de la policía en Práxedis G. Guerrero, uno de los municipios más violentos de Chihuahua, y aledaño a otro igualmente peligroso, Guadalupe Distrito Bravo.
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