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Federal— Ganador del Premio Imperial de las Artes 2011 que otorga el gobierno de Japón, el arquitecto Ricardo Legorreta Vilchis falleció ayer en esta ciudad a los 80 años.
Entre sus obras más representativas destacan la actual sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en la Plaza Juárez; el Hotel Camino Real, y la Torre de Investigación del Centro Nacional de las Artes.
Nacido el 7 de mayo de 1931 en el Distrito Federal, Legorreta Vilchis recibió en noviembre el premio del gobierno japonés de manos del emperador Akihito Tsugu–no–miya. Dos meses antes, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le otorgó el grado de Doctor Honoris Causa, en una ceremonia encabezada por el rector José Narro Robles.
Autor de obras arquitectónicas como el Papalote Museo del Niño, el Museo Laberinto de las Ciencias y las Artes, el Pabellón de México en la Expo 2000 de Hannover, el edificio de posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM, el arquitecto construyó también numerosas obras en prácticamente todo el mundo: África, Asia, Europa y América, entre ellas la Escuela de Computación y Negocios para Carnegie Mellon, en Doha, Qatar; la Escuela de Diplomacia de la Universidad de Georgetown, y el Museo Fort Worth de Ciencia e Historia, en esa ciudad de Estados Unidos.
Considerado uno de los arquitectos más reconocidos a nivel internacional, fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1991 que otorga el gobierno de México, así como la Medalla de Oro por la Unión Nacional de Arquitectos en 1999 y la Orden Isabel La Católica 2002.
En el marco del nombramiento que le hizo la UNAM en septiembre, Legorreta ofreció en la víspera una conferencia magistral titulada “Raíces” en la cual dijo que el mundo está convulsionado por la pérdida de valores fundamentales y lamentó que la construcción arquitectónica estuviera marcada por la “moda” y entonces se pretendiera destruir el pasado para erigir edificios “modernos”. Eso, dijo, equivale a ir contra los padres o, utilizando la expresión mexicana, “es como no tener madre”.
El también fundador del Despacho Legorreta Arquitectos (1964), ahora llamado Legorreta+Legorreta –en el que uno de sus socios es su hijo Víctor, también arquitecto–, consideraba que la arquitectura debe responder no sólo a las necesidades de sus usuarios, sino también a la ciudad, al medio ambiente, a los programas y presupuestos, y “a las necesidades espirituales y artísticas de las personas”.
Ese pensamiento está manifestado en la filosofía del despacho, en cuya página electrónica se consigna que el conjunto de profesionales que lo integra, busca “una arquitectura que haga feliz a la gente y no sólo una que pueda ser admirada y disfrutada por arquitectos”.
La arquitectura debe estar –decía– al servicio de la sociedad, siempre por encima de intereses personales y falsos objetivos”.
Discípulo del arquitecto José Villagrán García, Legorreta es velado en la Sala Alpes de Funerales Galia en el Panteón Francés de Río San Joaquín, colonia Legaria. Sus restos serán cremados ahí hoy sábado.
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