Cómo los habitantes de la ciudad más violenta de México han adaptado su estilo de vida a un entorno de inseguridad y crimen
CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua— Una nueva costumbre en Ciudad Juárez, en la frontera norte de México, es que familiares o amigos se despidan con un 'cuídate mucho'.
Si de algo están seguros los habitantes que entrevistamos en el mes de mayo en la ciudad más peligrosa del país que es que nada garantiza que los amigos o familiares a los que vean hoy regresarán con vida a casa, y la encomienda ha reemplazado el común 'adiós' o 'nos vemos'.
"A la defensiva estamos viviendo, haz de cuenta que nos encapsulamos en nuestro círculo y de ahí no salimos", dijo un ama de casa que prefiere no dar su nombre.
El temor es producto del daño causado por la delincuencia. La crisis de inseguridad la detonó el cártel de Sinaloa, cuando quiso arrebatar al de Juárez el control de la localidad fronteriza con El Paso, Texas, pero ahora los asesinatos también ocurren por revanchas entre pandillas criminales, como Los Mexicles y Los Aztecas, y por asaltos, de acuerdo con las autoridades estatales.
"La muerte está muy barata en Ciudad Juárez, ¿por qué? Pues porque no agarran a nadie o agarran a muy pocos", señala Wilebaldo Martínez, coordinador del Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).
Después de tres años de operativos federales, sólo el 5% de los juarenses se siente seguro, indica el resultado de la segunda Encuesta de Percepción Ciudadana sobre Inseguridad levantada en 2010 por la UACJ.
El resto no se siente seguro en la calle, transporte público, parques o centros comerciales. Solo tienen tranquilidad cuando están en sus casas, a pesar de que 4,500 policías federales y 2,800 municipales vigilaban la vía pública el primer semestre de este año.
Los resultados de la encuesta se perciben en Triunfo de la República, la principal avenida de la ciudad, que durante décadas simbolizó la vida de una ciudad insomne, centro de diversión permanente en la que ahora pocos caminan, aunque ahí siguen los hoteles, tiendas de autoservicio, bares y hospitales.
"Juárez era una ciudad abierta, alegre, viva, de continuo ir y venir en el día y en la noche; salías a gusto a la calle, era como un Distrito Federal chiquito por tanto movimiento", recuerda Rosalba, una capitalina que vive desde hace 20 años en la ciudad.
No hay taxista viejo que no evoque el ambiente de progreso que se sentía en la ciudad hace al menos 20 años; se abrían más industrias y maquiladoras, sector golpeado también por la recesión mundial de 2009. Charly, un chofer del servicio de taxis del aeropuerto que prefiere ocultar su nombre, menciona que la violencia se llevó esa prosperidad.
Los asesinatos y la inseguridad cambiaron los hábitos más simples de la población: por temor a ser amenazado con una extorsión, difícilmente alguien contesta el teléfono celular si el número entrante no es conocido, revelan testimonios de juarenses entrevistados.
En las esquinas de las principales avenidas, constantemente patrullan convoyes de la Policía Federal, y los conductores particulares evitan quedar al parejo de otros vehículos durante el alto de los semáforos, para no ser observados.
"En la noche tienes que ir en el carril del centro y si te dan un golpe por atrás te vas, te vale, prefieres pasarte el alto y pagar tú el choque que bajarte, mi hijo ya lo hizo", narró Rosalba.
Son los efectos de que siete de cada 10 adultos hayan pasado en 2010 por un lugar acordonado por la policía tras un asesinato, de acuerdo con la encuesta de la UACJ.
La costumbre de salir a la calle con las tarjetas bancarias en la cartera o la bolsa de mano también quedó atrás; más si es de noche, cuando la población percibe que el riesgo es mayor. La gente anda con el dinero justo.
Para comprar la dosis de droga del día, los delincuentes adictos comenzaron a asaltar temprano en las inmediaciones de supermercados. Ahora las amas de casa prefieren surtir la despensa del hogar más tarde, revelan ciudadanos entrevistados.
Martínez, académico del área responsable de la encuesta de percepción, resume la situación de los juarenses: "tenemos miedo de hablar con cualquier persona".
Incluso los paramédicos de la Cruz Roja atienden emergencias de balaceras con casco y bajo un protocolo de seguridad, que marca que solo pueden entrar al lugar de los hechos si está resguardado por la policía, afirmó Raúl Rodríguez, director de la Cruz Roja local.
"Su misión es humanitaria, pero nunca a costa de su propia vida", explica su director.
El gobierno federal presume que la violencia descendió con la intervención de la policía federal y el ejército. En abril pasado, el promedio de homicidios fue de cuatro al día, cuando en octubre de 2010 era de 11, dijo en mayo el exvocero del gabinete de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré.
Sin embargo, los asesinatos se siguen acumulando en la ciudad que registró 6,300 homicidios por crimen organizado entre 2008 y 2010, de acuerdo con cifras del gobierno federal.
Del narcotráfico a la delincuencia y los abusos
Un promedio de 53 vehículos fueron robados cada día en el primer trimestre de 2011, según la estadística de la Fiscalía estatal, cifra que no es lejana a los 63 autos que son hurtados diario en la Ciudad de México, con ocho millones de habitantes.
En su reciente visita a Ciudad Juárez, el presidente Felipe Calderón dijo que se ha reducido la incidencia de secuestro casi 70%. De abril a septiembre de 2010 se denunciaron 34 casos de secuestro a la Policía Federal y en el mismo periodo de 2011 se redujo a 11 casos denunciados.
"En materia de homicidio se logró una reducción del 52%, al comparar el semestre de abril a septiembre de 2010, con 1,430 casos, frente al mismo periodo de 2011, con 690", dijo en octubre pasado.
"La violencia de los narcotraficantes parece que se ha detenido, pero la violencia generalizada ha crecido", apunta Gustavo de la Rosa, visitador en Ciudad Juárez de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).
El visitador asegura que uno de los nuevos factores de temor entre la población son los abusos cometidos por la Policía Municipal, la cual, afirma, no tiene una preparación adecuada y ahora es el mayor problema en derechos humanos.
Los agentes municipales estuvieron prácticamente acuartelados desde que la Policía Federal asumió en abril de 2010 la seguridad de la ciudad, en relevo del Ejército, que había permanecido desde marzo de 2008.
Tras iniciar su gestión, en octubre de 2010, el alcalde Héctor Murguía designó en marzo al teniente coronel Julián Leyzaola al frente de la Policía Municipal, y éste ordenó la reactivación de la corporación.
"Pero la Policía Municipal entiende por trabajo de campo ir a maltratar a la ciudadanía; tenemos una investigación muy seria sobre desaparición forzada y homicidio de cuatro personas y otra por homicidio de una persona", dijo De la Rosa.
El visitador apunta que hasta mayo llevaba abiertas 14 quejas contra la Policía Municipal, de las cuales cinco fueron por homicidio y el resto por detenciones ilegales, golpes y robos; contra la Policía Federal iban 20 quejas, casi todas por detenciones.
De la Rosa despacha en una pequeña oficina de la Fiscalía General del estado y no en las instalaciones de la CEDH, porque en 2009, dice, sufrió amenazas de muerte y por unas semanas laboró desde El Paso.
La sala de espera de su oficina es un botón de muestra de la vida en la ciudad: un hombre se queja que policías le robaron 30,000 pesos en un retén policiaco, y una mujer busca ayuda para localizar a su esposo, secuestrado siete días antes cuando conducía un automóvil.
Afuera, madres de jóvenes desaparecidas mantienen un plantón para exigir a la Fiscalía resultados en las investigaciones.
“Hay tantas razones de angustia, de preocupación en la ciudad, que la policía debería ser más cuidadosa, más capacitada, más humanitaria y comprensiva de lo que es”, señaló De la Rosa.
CNNMéxico consultó a la Secretaría de Seguridad Municipal en Ciudad Juárez sobe los señalamientos que hacen los entrevistados, pero al momento de publicación de este texto no se ha obtenido respuesta.
CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua— Una nueva costumbre en Ciudad Juárez, en la frontera norte de México, es que familiares o amigos se despidan con un 'cuídate mucho'.
Si de algo están seguros los habitantes que entrevistamos en el mes de mayo en la ciudad más peligrosa del país que es que nada garantiza que los amigos o familiares a los que vean hoy regresarán con vida a casa, y la encomienda ha reemplazado el común 'adiós' o 'nos vemos'.
"A la defensiva estamos viviendo, haz de cuenta que nos encapsulamos en nuestro círculo y de ahí no salimos", dijo un ama de casa que prefiere no dar su nombre.
El temor es producto del daño causado por la delincuencia. La crisis de inseguridad la detonó el cártel de Sinaloa, cuando quiso arrebatar al de Juárez el control de la localidad fronteriza con El Paso, Texas, pero ahora los asesinatos también ocurren por revanchas entre pandillas criminales, como Los Mexicles y Los Aztecas, y por asaltos, de acuerdo con las autoridades estatales.
"La muerte está muy barata en Ciudad Juárez, ¿por qué? Pues porque no agarran a nadie o agarran a muy pocos", señala Wilebaldo Martínez, coordinador del Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).
Después de tres años de operativos federales, sólo el 5% de los juarenses se siente seguro, indica el resultado de la segunda Encuesta de Percepción Ciudadana sobre Inseguridad levantada en 2010 por la UACJ.
El resto no se siente seguro en la calle, transporte público, parques o centros comerciales. Solo tienen tranquilidad cuando están en sus casas, a pesar de que 4,500 policías federales y 2,800 municipales vigilaban la vía pública el primer semestre de este año.
Los resultados de la encuesta se perciben en Triunfo de la República, la principal avenida de la ciudad, que durante décadas simbolizó la vida de una ciudad insomne, centro de diversión permanente en la que ahora pocos caminan, aunque ahí siguen los hoteles, tiendas de autoservicio, bares y hospitales.
"Juárez era una ciudad abierta, alegre, viva, de continuo ir y venir en el día y en la noche; salías a gusto a la calle, era como un Distrito Federal chiquito por tanto movimiento", recuerda Rosalba, una capitalina que vive desde hace 20 años en la ciudad.
No hay taxista viejo que no evoque el ambiente de progreso que se sentía en la ciudad hace al menos 20 años; se abrían más industrias y maquiladoras, sector golpeado también por la recesión mundial de 2009. Charly, un chofer del servicio de taxis del aeropuerto que prefiere ocultar su nombre, menciona que la violencia se llevó esa prosperidad.
Los asesinatos y la inseguridad cambiaron los hábitos más simples de la población: por temor a ser amenazado con una extorsión, difícilmente alguien contesta el teléfono celular si el número entrante no es conocido, revelan testimonios de juarenses entrevistados.
En las esquinas de las principales avenidas, constantemente patrullan convoyes de la Policía Federal, y los conductores particulares evitan quedar al parejo de otros vehículos durante el alto de los semáforos, para no ser observados.
"En la noche tienes que ir en el carril del centro y si te dan un golpe por atrás te vas, te vale, prefieres pasarte el alto y pagar tú el choque que bajarte, mi hijo ya lo hizo", narró Rosalba.
Son los efectos de que siete de cada 10 adultos hayan pasado en 2010 por un lugar acordonado por la policía tras un asesinato, de acuerdo con la encuesta de la UACJ.
La costumbre de salir a la calle con las tarjetas bancarias en la cartera o la bolsa de mano también quedó atrás; más si es de noche, cuando la población percibe que el riesgo es mayor. La gente anda con el dinero justo.
Para comprar la dosis de droga del día, los delincuentes adictos comenzaron a asaltar temprano en las inmediaciones de supermercados. Ahora las amas de casa prefieren surtir la despensa del hogar más tarde, revelan ciudadanos entrevistados.
Martínez, académico del área responsable de la encuesta de percepción, resume la situación de los juarenses: "tenemos miedo de hablar con cualquier persona".
Incluso los paramédicos de la Cruz Roja atienden emergencias de balaceras con casco y bajo un protocolo de seguridad, que marca que solo pueden entrar al lugar de los hechos si está resguardado por la policía, afirmó Raúl Rodríguez, director de la Cruz Roja local.
"Su misión es humanitaria, pero nunca a costa de su propia vida", explica su director.
El gobierno federal presume que la violencia descendió con la intervención de la policía federal y el ejército. En abril pasado, el promedio de homicidios fue de cuatro al día, cuando en octubre de 2010 era de 11, dijo en mayo el exvocero del gabinete de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré.
Sin embargo, los asesinatos se siguen acumulando en la ciudad que registró 6,300 homicidios por crimen organizado entre 2008 y 2010, de acuerdo con cifras del gobierno federal.
Del narcotráfico a la delincuencia y los abusos
Un promedio de 53 vehículos fueron robados cada día en el primer trimestre de 2011, según la estadística de la Fiscalía estatal, cifra que no es lejana a los 63 autos que son hurtados diario en la Ciudad de México, con ocho millones de habitantes.
En su reciente visita a Ciudad Juárez, el presidente Felipe Calderón dijo que se ha reducido la incidencia de secuestro casi 70%. De abril a septiembre de 2010 se denunciaron 34 casos de secuestro a la Policía Federal y en el mismo periodo de 2011 se redujo a 11 casos denunciados.
"En materia de homicidio se logró una reducción del 52%, al comparar el semestre de abril a septiembre de 2010, con 1,430 casos, frente al mismo periodo de 2011, con 690", dijo en octubre pasado.
"La violencia de los narcotraficantes parece que se ha detenido, pero la violencia generalizada ha crecido", apunta Gustavo de la Rosa, visitador en Ciudad Juárez de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).
El visitador asegura que uno de los nuevos factores de temor entre la población son los abusos cometidos por la Policía Municipal, la cual, afirma, no tiene una preparación adecuada y ahora es el mayor problema en derechos humanos.
Los agentes municipales estuvieron prácticamente acuartelados desde que la Policía Federal asumió en abril de 2010 la seguridad de la ciudad, en relevo del Ejército, que había permanecido desde marzo de 2008.
Tras iniciar su gestión, en octubre de 2010, el alcalde Héctor Murguía designó en marzo al teniente coronel Julián Leyzaola al frente de la Policía Municipal, y éste ordenó la reactivación de la corporación.
"Pero la Policía Municipal entiende por trabajo de campo ir a maltratar a la ciudadanía; tenemos una investigación muy seria sobre desaparición forzada y homicidio de cuatro personas y otra por homicidio de una persona", dijo De la Rosa.
El visitador apunta que hasta mayo llevaba abiertas 14 quejas contra la Policía Municipal, de las cuales cinco fueron por homicidio y el resto por detenciones ilegales, golpes y robos; contra la Policía Federal iban 20 quejas, casi todas por detenciones.
De la Rosa despacha en una pequeña oficina de la Fiscalía General del estado y no en las instalaciones de la CEDH, porque en 2009, dice, sufrió amenazas de muerte y por unas semanas laboró desde El Paso.
La sala de espera de su oficina es un botón de muestra de la vida en la ciudad: un hombre se queja que policías le robaron 30,000 pesos en un retén policiaco, y una mujer busca ayuda para localizar a su esposo, secuestrado siete días antes cuando conducía un automóvil.
Afuera, madres de jóvenes desaparecidas mantienen un plantón para exigir a la Fiscalía resultados en las investigaciones.
“Hay tantas razones de angustia, de preocupación en la ciudad, que la policía debería ser más cuidadosa, más capacitada, más humanitaria y comprensiva de lo que es”, señaló De la Rosa.
CNNMéxico consultó a la Secretaría de Seguridad Municipal en Ciudad Juárez sobe los señalamientos que hacen los entrevistados, pero al momento de publicación de este texto no se ha obtenido respuesta.
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