Un centenar de militares hacen labores de policías las calles del municipio donde ocurrió la masacre de 72 inmigrantes en agosto de 2010
SAN FERNANDO, Tamaulipas — Un centenar de militares recorre las calles de San Fernando, en el norteño estado de Tamaulipas, donde sustituye las tareas de la policía local, desaparecida hace más de seis meses, cuando sus integrantes renunciaron o quedaron detenidos por presuntos vínculos con el narcotráfico.
Los soldados llegaron al municipio en junio pasado para desempeñarse como policías militares, haciendo tareas permanentes de seguridad pública, como patrullajes, revisión en puestos de control, atención de denuncias ciudadanas e inteligencia. Incluso, ante la mirada tímida de los ciudadanos, dirigen el tráfico vehicular.
San Fernando es uno de los 22 municipios de Tamaulipas que tiene corporaciones de este tipo, asegura el comandante de la Octava Zona Militar, Miguel Ángel González Cruz, durante un recorrido.
La policía civil desapareció en abril pasado, cuando la treintena de uniformados presentaron su renuncia o fueron arraigados (prisión preventiva), señala el alcalde Tomás Gloria Requena, quien tiene a su cargo esta localidad de casi 60,000 habitantes, donde las autoridades encontraron en agosto de 2010 los cadáveres de 72 migrantes centro y sudamericanos.
La ausencia de policías civiles locales no solo se presenta en San Fernando, sino también en 11 localidades más de Tamaulipas, informa el secretario estatal de Seguridad Pública, Rafael Lomelí Martínez.
Mientras el ayuntamiento forma una nueva policía municipal con militares retirados, Gloria Requena indica que continuarán en la localidad los 100 elementos del Ejército con el apoyo de 14 uniformados estatales.
“(El Ejército dio) las condiciones para generar paz y tranquilidad, y eso se traduce en confianza en la población, para que realicen sus actividades normales sin sobresaltos”, señala el comandante González Cruz.
A la presencia de militares se suma la construcción de cuartel en San Fernando que albergará un batallón de infantería con cerca de 650 efectivos, similar a uno recientemente inaugurado en la fronteriza ciudad Mier y a otro que se erige en Mante, dos localidades de Tamaulipas. Los proyectos fueron anunciados por Felipe Calderón en mayo pasado.
La importancia de este municipio para los militares es que es un “nudo de comunicaciones” para todo tipo de tráfico ilegal, donde confluyen carreteras a otras ciudades importantes de Tamaulipas (Matamoros, Reynosa, ciudad Victoria), Nuevo León (Monterrey) y San Luis Potosí (la capital homónima y ciudad Valles), explica el comandante.
Por esa razón el Ejército estableció tres puestos de control —uno fijo y dos intermitentes— ubicados en el norte, centro y sur de la ciudad, cercanos a las carreteras, según el comandante de la Segunda Brigada de Infantería Independiente, Víctor Hugo Aguirre.
Tamaulipas es la segunda entidad con menos policías por cada 100,000 habitantes, con una proporción de 184, por debajo de la de Coahuila (165), según un reporte del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
La misma institución reporta que en México hay casi 400,000 policías, de los cuales el 51% son estatales, el 42% municipales y el 7% ministeriales.
El breve éxodo de San Fernando
Entre enero y junio de 2011, el 10% de la población emigró de San Fernando, pero desde la llegada del Ejército los habitantes paulatinamente regresaron al municipio, detalla el alcalde Gloria Requena.
La violencia en San Fernando detonó en febrero de 2010, cuando el cártel del Golfo y Los Zetas se dividieron y se disputaron las rutas de trasiego de droga, personas y armas, asegura el comandante González Cruz.
Ambos bandos, según el militar, ya no tienen presencia en San Fernando. Esta situación generó que ciudadanos migraran, empresas cerraran y se deprimiera la actividad económica y social, dice.
El ayuntamiento no tiene un censo de los negocios que cerraron en ese periodo, pero el alcalde destaca el éxodo de las compañías automotrices. Dos de éstas están a punto de regresar, según él.
"Las autoridades dicen que ya todo está tranquilo, que la gente regresa, pero es diferente tener una percepción de seguridad a realmente estar seguro. Es un lugar pequeño, entonces si hablas, es muy fácil que los delincuentes se enteren", dice Gloria, una joven originaria de San Fernando.
La estudiante dice que conoce a gente que desde 2010 desapareció y que aún desconfía de la policía militar, aunque lleva cerca de cinco meses en operaciones permanentes.
Desde la llegada del Ejército, la delincuencia se desplazó de la cabecera municipal a la periferia, donde todavía no es seguro, sobre todo en las carreteras, cuenta un empresario camaronero.
Un profesionista recuerda que Martín Omar Estrada Luna, El Kilo, líder de Los Zetas en el municipio, capturado por la Marina en abril pasado, “paseaba armado por las calles del centro de la ciudad, se bajaba de su camioneta y entraba a las tiendas a comprar cosas, como si no hubiera autoridad”.
El Kilo está relacionado con el multihomicidio de los migrantes, así como con las muertes del secretario de Seguridad Pública de San Fernando, Juan Carlos Suárez Sánchez, y del agente del Ministerio Público, Roberto Javier Suárez Vázquez.
La principal actividad recreativa de los jóvenes de San Fernando era pasearse por la avenida Adolfo Ruiz Cortínez, pero desde 2010 esa actividad desapareció, narra Antonia, una ama de casa.
"Ahora las reuniones en las casas son más comunes, pero todo se acaba a las 10:30 de la noche. Antes de que llegaran los militares teníamos un toque de queda que nos impusieron (los delincuentes) y no podíamos salir de casa después de las 7 de la noche", narra.
Tanto las autoridades militares, como los ciudadanos consultados concuerdan que en el municipio ya no hay una banda delictiva predominante.
De enero de 2011 a la fecha, el Ejército ha decomisado en San Fernando casi una tonelada y media de mariguana, más de 152,00 pesos y casi 80,000 dólares, de acuerdo con un reporte proporcionado por la Octava Zona Militar.
Además, decomisó 923 armas largas y 186 cortas, alrededor de 85,000 cartuchos, 111 automóviles, seis vehículos con blindaje artesanal o de fábrica y puesto a disposición de las autoridades a 30 presuntos delincuentes, según el reporte.
SAN FERNANDO, Tamaulipas — Un centenar de militares recorre las calles de San Fernando, en el norteño estado de Tamaulipas, donde sustituye las tareas de la policía local, desaparecida hace más de seis meses, cuando sus integrantes renunciaron o quedaron detenidos por presuntos vínculos con el narcotráfico.
Los soldados llegaron al municipio en junio pasado para desempeñarse como policías militares, haciendo tareas permanentes de seguridad pública, como patrullajes, revisión en puestos de control, atención de denuncias ciudadanas e inteligencia. Incluso, ante la mirada tímida de los ciudadanos, dirigen el tráfico vehicular.
San Fernando es uno de los 22 municipios de Tamaulipas que tiene corporaciones de este tipo, asegura el comandante de la Octava Zona Militar, Miguel Ángel González Cruz, durante un recorrido.
La policía civil desapareció en abril pasado, cuando la treintena de uniformados presentaron su renuncia o fueron arraigados (prisión preventiva), señala el alcalde Tomás Gloria Requena, quien tiene a su cargo esta localidad de casi 60,000 habitantes, donde las autoridades encontraron en agosto de 2010 los cadáveres de 72 migrantes centro y sudamericanos.
La ausencia de policías civiles locales no solo se presenta en San Fernando, sino también en 11 localidades más de Tamaulipas, informa el secretario estatal de Seguridad Pública, Rafael Lomelí Martínez.
Mientras el ayuntamiento forma una nueva policía municipal con militares retirados, Gloria Requena indica que continuarán en la localidad los 100 elementos del Ejército con el apoyo de 14 uniformados estatales.
“(El Ejército dio) las condiciones para generar paz y tranquilidad, y eso se traduce en confianza en la población, para que realicen sus actividades normales sin sobresaltos”, señala el comandante González Cruz.
A la presencia de militares se suma la construcción de cuartel en San Fernando que albergará un batallón de infantería con cerca de 650 efectivos, similar a uno recientemente inaugurado en la fronteriza ciudad Mier y a otro que se erige en Mante, dos localidades de Tamaulipas. Los proyectos fueron anunciados por Felipe Calderón en mayo pasado.
La importancia de este municipio para los militares es que es un “nudo de comunicaciones” para todo tipo de tráfico ilegal, donde confluyen carreteras a otras ciudades importantes de Tamaulipas (Matamoros, Reynosa, ciudad Victoria), Nuevo León (Monterrey) y San Luis Potosí (la capital homónima y ciudad Valles), explica el comandante.
Por esa razón el Ejército estableció tres puestos de control —uno fijo y dos intermitentes— ubicados en el norte, centro y sur de la ciudad, cercanos a las carreteras, según el comandante de la Segunda Brigada de Infantería Independiente, Víctor Hugo Aguirre.
Tamaulipas es la segunda entidad con menos policías por cada 100,000 habitantes, con una proporción de 184, por debajo de la de Coahuila (165), según un reporte del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
La misma institución reporta que en México hay casi 400,000 policías, de los cuales el 51% son estatales, el 42% municipales y el 7% ministeriales.
El breve éxodo de San Fernando
Entre enero y junio de 2011, el 10% de la población emigró de San Fernando, pero desde la llegada del Ejército los habitantes paulatinamente regresaron al municipio, detalla el alcalde Gloria Requena.
La violencia en San Fernando detonó en febrero de 2010, cuando el cártel del Golfo y Los Zetas se dividieron y se disputaron las rutas de trasiego de droga, personas y armas, asegura el comandante González Cruz.
Ambos bandos, según el militar, ya no tienen presencia en San Fernando. Esta situación generó que ciudadanos migraran, empresas cerraran y se deprimiera la actividad económica y social, dice.
El ayuntamiento no tiene un censo de los negocios que cerraron en ese periodo, pero el alcalde destaca el éxodo de las compañías automotrices. Dos de éstas están a punto de regresar, según él.
"Las autoridades dicen que ya todo está tranquilo, que la gente regresa, pero es diferente tener una percepción de seguridad a realmente estar seguro. Es un lugar pequeño, entonces si hablas, es muy fácil que los delincuentes se enteren", dice Gloria, una joven originaria de San Fernando.
La estudiante dice que conoce a gente que desde 2010 desapareció y que aún desconfía de la policía militar, aunque lleva cerca de cinco meses en operaciones permanentes.
Desde la llegada del Ejército, la delincuencia se desplazó de la cabecera municipal a la periferia, donde todavía no es seguro, sobre todo en las carreteras, cuenta un empresario camaronero.
Un profesionista recuerda que Martín Omar Estrada Luna, El Kilo, líder de Los Zetas en el municipio, capturado por la Marina en abril pasado, “paseaba armado por las calles del centro de la ciudad, se bajaba de su camioneta y entraba a las tiendas a comprar cosas, como si no hubiera autoridad”.
El Kilo está relacionado con el multihomicidio de los migrantes, así como con las muertes del secretario de Seguridad Pública de San Fernando, Juan Carlos Suárez Sánchez, y del agente del Ministerio Público, Roberto Javier Suárez Vázquez.
La principal actividad recreativa de los jóvenes de San Fernando era pasearse por la avenida Adolfo Ruiz Cortínez, pero desde 2010 esa actividad desapareció, narra Antonia, una ama de casa.
"Ahora las reuniones en las casas son más comunes, pero todo se acaba a las 10:30 de la noche. Antes de que llegaran los militares teníamos un toque de queda que nos impusieron (los delincuentes) y no podíamos salir de casa después de las 7 de la noche", narra.
Tanto las autoridades militares, como los ciudadanos consultados concuerdan que en el municipio ya no hay una banda delictiva predominante.
De enero de 2011 a la fecha, el Ejército ha decomisado en San Fernando casi una tonelada y media de mariguana, más de 152,00 pesos y casi 80,000 dólares, de acuerdo con un reporte proporcionado por la Octava Zona Militar.
Además, decomisó 923 armas largas y 186 cortas, alrededor de 85,000 cartuchos, 111 automóviles, seis vehículos con blindaje artesanal o de fábrica y puesto a disposición de las autoridades a 30 presuntos delincuentes, según el reporte.
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