2,000 soldados velan por la seguridad del estado del centro de México, donde los delitos del crimen organizado ya son una constante
PACHUCA, Hidalgo— Un grupo de uno 2,000 soldados, muchos de ellos indígenas, se desplegaron en Hidalgo, en el centro de México, para resguardar la seguridad de su estado. Recorren cientos de kilómetros de carretera, y soportan temperaturas de 50 grados en la región de la Huasteca, la humedad de la sierra y el clima desértico de otras zonas del estado, donde la delincuencia organizada ha encontrado un nuevo campo de acción.
Tras las agresiones de grupos armados a corporaciones estatales, y las ejecuciones y las venganzas de los narcotraficantes de este año, los militares pasan hasta tres meses reclutados en puestos de control, sin contacto con su familia y con la única misión de detener a presuntos narcotraficantes. Conviven las 24 horas del día con sus compañeros, en batallones donde comen y descansan hasta que se les asigna otra plaza.
Las condiciones climatológicas y el terreno, en especial en la Huasteca, se intensifican. El clima es caluroso y húmedo, con lluvias casi todo el año y mucha vegetación, por lo que algunas comunidades quedan incomunicadas de las zonas urbanas.
CNNMéxico acompañó en mayo a un grupo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en su recorrido por Hidalgo, principalmente en la región de la Huasteca, donde la preparación militar incluye acondicionamiento físico diario para que los soldados puedan soportar las temperaturas extremas.
En esa región se concentra gran parte de la población del estado, la misma de donde proviene la mayoría de los militares que se enrolan en el Ejército. Conocen su territorio y suelen pertenecer a familias de campesinos.
Alrededor del 80% de los habitantes de las etnias Otomí, Náhuatl y Tepehua se dedican a la agricultura y la artesanía. El 15% de la población hidalguense habla una lengua indígena y más de 700,000 viven en una alta marginación, en particular municipios enclavados en la Huasteca y Sierra de Hidalgo, donde el Ejército cuenta con puntos clave para el resguardo del territorio, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La falta de empleo ha convertido la milicia en una opción de vida: reciben un sueldo base, prestaciones económicas, seguro para sus familiares y atención médica gratuita. Un soldado calificado como cabo con puesto G2 recibe al mes 3,307 pesos en percepciones brutas, más percepciones netas de 1,951 pesos mensuales, según recoge el portal de transparencia de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Los Zetas en Hidalgo
La amenaza para el despliegue de más de 2,000 soldados parte del incremento de la delincuencia organizada y la incursión de la organización criminal de Los Zetas, principalmente en el sur y centro de la entidad. Los militares realizan operativos sorpresa en busca de drogas o armas de alto poder.
Según informes del Ejército, Los Zetas operan en Hidalgo desde 2008. Antes de separarse del cártel del Golfo, organización delictiva en la que fungía como brazo armado, se establecieron en la entidad principalmente con operaciones de trasiego de droga.
Las autoridades de seguridad encaran las extorsiones, los secuestros, el cobro por protección, el tráfico de drogas a pequeña escala, los asesinatos y los enfrentamientos. A delitos como estos se suma la reciente incursión de La Familia Michoacana en la entidad y que también opera en entidades como Michoacán, Colima, Guanajuato, Guerrero, Aguascalientes, San Luis Potosí, el Distrito Federal, el Estado de México y Querétaro.
Información oficial manifiesta que los ataques del crimen organizado se han convertido este año en una constante en el estado, especialmente en el sur. La policía detuvo en junio a Eder Daniel Escorsa Cabadas, presunto jefe de plaza de Los Zetas en Pachuca, la capital del estado. Con 19 años, es el supuesto líder más jóven al mando de una de las células delictivas del grupo.
Ixtlahuaco: el ojo militar
El Ejército divide a los 84 municipios de Hidalgo en tres sectores militares, el primero al norte, en la Huasteca y la Sierra hidalguense, donde vigilan 19 municipios, con base en Huejutla, en la frontera con Veracruz y Tamaulipas.
El segundo sector son 31 municipios y está bajo responsabilidad del 96 batallón, desplegado en Pachuca, la capital. Los 34 municipios restantes, la parte oeste del estado, corresponden al quinto batallón, en el municipio de Zimapán.
La base militar conocida como Ixtlahuaco está ubicada en uno de los lugares más elevados entre la Huasteca y la Sierra de Hidalgo y desde allí se divisan las dos principales vías para el traslado de drogas y armas, que conectan la entidad con los estados de Veracruz y Tamaulipas.
Se trata de una extensión de unos 8,000 metros, donde los militares construyeron la base del batallón de infantería. Las actividades comienzan a las seis de la mañana, cuando los militares pasan lista y honran la bandera mexicana.
En punto de las siete, emprenden el recorrido por la región, con la principal actividad de implementar operativos de revisión en puntos deshabitados por donde se supone que pueden infiltrarse armas de fuego, cocaína, marihuana o estupefacientes.
Las 24 horas del día los agentes están ocupados. Además de combatir el narco, toman clases de tiro, revisión de armamento y cursos de legislación militar para evitar violaciones a los derechos humanos.
"Queremos pensar que somos efectivos"
Al menos una treintena de soldados se despliegan en cada operativo, pasan de una a dos horas en cada retén para evitar que los integrantes de las células delictivas conozcan sus itinerarios. En un día común, un batallón puede llevar a cabo hasta 10 recorridos e instalar cinco operativos carreteros.
"Queremos pensar que estamos siendo muy efectivos en este trabajo del combate del narcotráfico", señaló un comandante de la zona militar en Hidalgo, cuya identidad se reserva por motivos de seguridad. Sin embargo, la desventaja que tienen con respecto al cártel de Los Zetas son los vigilantes, mejor conocidos como halcones, que están ocultos e indican cada uno de los operativos en las zonas cubiertas por el Ejército.
"Ellos están conscientes de cómo pueden terminar, no tienen opciones, o terminan muertos o terminan en la cárcel", declaró el alto mando.
En lo que va de año, el Ejército no ha detenido a ningún integrante del crimen organizado, a lo que los militares responden que el narco conoce rutas alternas por las que puede escapar y realizar el trasiego de droga.
PACHUCA, Hidalgo— Un grupo de uno 2,000 soldados, muchos de ellos indígenas, se desplegaron en Hidalgo, en el centro de México, para resguardar la seguridad de su estado. Recorren cientos de kilómetros de carretera, y soportan temperaturas de 50 grados en la región de la Huasteca, la humedad de la sierra y el clima desértico de otras zonas del estado, donde la delincuencia organizada ha encontrado un nuevo campo de acción.
Tras las agresiones de grupos armados a corporaciones estatales, y las ejecuciones y las venganzas de los narcotraficantes de este año, los militares pasan hasta tres meses reclutados en puestos de control, sin contacto con su familia y con la única misión de detener a presuntos narcotraficantes. Conviven las 24 horas del día con sus compañeros, en batallones donde comen y descansan hasta que se les asigna otra plaza.
Las condiciones climatológicas y el terreno, en especial en la Huasteca, se intensifican. El clima es caluroso y húmedo, con lluvias casi todo el año y mucha vegetación, por lo que algunas comunidades quedan incomunicadas de las zonas urbanas.
CNNMéxico acompañó en mayo a un grupo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en su recorrido por Hidalgo, principalmente en la región de la Huasteca, donde la preparación militar incluye acondicionamiento físico diario para que los soldados puedan soportar las temperaturas extremas.
En esa región se concentra gran parte de la población del estado, la misma de donde proviene la mayoría de los militares que se enrolan en el Ejército. Conocen su territorio y suelen pertenecer a familias de campesinos.
Alrededor del 80% de los habitantes de las etnias Otomí, Náhuatl y Tepehua se dedican a la agricultura y la artesanía. El 15% de la población hidalguense habla una lengua indígena y más de 700,000 viven en una alta marginación, en particular municipios enclavados en la Huasteca y Sierra de Hidalgo, donde el Ejército cuenta con puntos clave para el resguardo del territorio, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La falta de empleo ha convertido la milicia en una opción de vida: reciben un sueldo base, prestaciones económicas, seguro para sus familiares y atención médica gratuita. Un soldado calificado como cabo con puesto G2 recibe al mes 3,307 pesos en percepciones brutas, más percepciones netas de 1,951 pesos mensuales, según recoge el portal de transparencia de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Los Zetas en Hidalgo
La amenaza para el despliegue de más de 2,000 soldados parte del incremento de la delincuencia organizada y la incursión de la organización criminal de Los Zetas, principalmente en el sur y centro de la entidad. Los militares realizan operativos sorpresa en busca de drogas o armas de alto poder.
Según informes del Ejército, Los Zetas operan en Hidalgo desde 2008. Antes de separarse del cártel del Golfo, organización delictiva en la que fungía como brazo armado, se establecieron en la entidad principalmente con operaciones de trasiego de droga.
Las autoridades de seguridad encaran las extorsiones, los secuestros, el cobro por protección, el tráfico de drogas a pequeña escala, los asesinatos y los enfrentamientos. A delitos como estos se suma la reciente incursión de La Familia Michoacana en la entidad y que también opera en entidades como Michoacán, Colima, Guanajuato, Guerrero, Aguascalientes, San Luis Potosí, el Distrito Federal, el Estado de México y Querétaro.
Información oficial manifiesta que los ataques del crimen organizado se han convertido este año en una constante en el estado, especialmente en el sur. La policía detuvo en junio a Eder Daniel Escorsa Cabadas, presunto jefe de plaza de Los Zetas en Pachuca, la capital del estado. Con 19 años, es el supuesto líder más jóven al mando de una de las células delictivas del grupo.
Ixtlahuaco: el ojo militar
El Ejército divide a los 84 municipios de Hidalgo en tres sectores militares, el primero al norte, en la Huasteca y la Sierra hidalguense, donde vigilan 19 municipios, con base en Huejutla, en la frontera con Veracruz y Tamaulipas.
El segundo sector son 31 municipios y está bajo responsabilidad del 96 batallón, desplegado en Pachuca, la capital. Los 34 municipios restantes, la parte oeste del estado, corresponden al quinto batallón, en el municipio de Zimapán.
La base militar conocida como Ixtlahuaco está ubicada en uno de los lugares más elevados entre la Huasteca y la Sierra de Hidalgo y desde allí se divisan las dos principales vías para el traslado de drogas y armas, que conectan la entidad con los estados de Veracruz y Tamaulipas.
Se trata de una extensión de unos 8,000 metros, donde los militares construyeron la base del batallón de infantería. Las actividades comienzan a las seis de la mañana, cuando los militares pasan lista y honran la bandera mexicana.
En punto de las siete, emprenden el recorrido por la región, con la principal actividad de implementar operativos de revisión en puntos deshabitados por donde se supone que pueden infiltrarse armas de fuego, cocaína, marihuana o estupefacientes.
Las 24 horas del día los agentes están ocupados. Además de combatir el narco, toman clases de tiro, revisión de armamento y cursos de legislación militar para evitar violaciones a los derechos humanos.
"Queremos pensar que somos efectivos"
Al menos una treintena de soldados se despliegan en cada operativo, pasan de una a dos horas en cada retén para evitar que los integrantes de las células delictivas conozcan sus itinerarios. En un día común, un batallón puede llevar a cabo hasta 10 recorridos e instalar cinco operativos carreteros.
"Queremos pensar que estamos siendo muy efectivos en este trabajo del combate del narcotráfico", señaló un comandante de la zona militar en Hidalgo, cuya identidad se reserva por motivos de seguridad. Sin embargo, la desventaja que tienen con respecto al cártel de Los Zetas son los vigilantes, mejor conocidos como halcones, que están ocultos e indican cada uno de los operativos en las zonas cubiertas por el Ejército.
"Ellos están conscientes de cómo pueden terminar, no tienen opciones, o terminan muertos o terminan en la cárcel", declaró el alto mando.
En lo que va de año, el Ejército no ha detenido a ningún integrante del crimen organizado, a lo que los militares responden que el narco conoce rutas alternas por las que puede escapar y realizar el trasiego de droga.
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