CNNMéxico
El espionaje y la infiltración se han convertido en las nuevas estrategias de los coyotes, como se conoce en México a las personas que conducen a los migrantes por las fronteras de manera ilegal.
El perfil y las prácticas de estos agentes han cambiado en el sur del país, en un contexto de inseguridad y violencia, asegura en entrevista para CNNMéxico el director de la Casa del Migrante 'Albergue Belén', Florenzo Rigoni.
“(Antes) eran coyotes que vendían a sus enganchados (migrantes engañados) a una pequeña red o entre ellos, pero el 'coyotismo artesanal', por llamarlo de una forma, ya no existe”, insiste el presbítero de origen italiano, con más de 40 años de experiencia en temas de migración.
De acuerdo con testimonios recabados en el albergue que dirige Rigoni en Tapachula, ciudad del sureño estado de Chiapas que colinda con Guatemala, existen al menos dos nuevas modalidades de explotación de migrantes en el sur de México.
La primera corresponde a coyotes infiltrados en los flujos migratorios, quienes observan a migrantes que después engañan con promesas de trabajo o transportación, y son entregados al crimen organizado por una suma de dinero, principalmente en dólares.
“Hay gente que usa la migración para infiltrarse y ser claramente observadores o enganchadores de la criminalidad organizada”, señala el Premio Nacional de Derechos Humanos 2006, otorgado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
La segunda modalidad consiste en engañarlos como guías: invitan a los migrantes a albergarse en hoteles o estancias durante 2 ó 3 días, donde les ofrecen comida, y después son sorprendidos por una célula del crimen organizado que los secuestra.
“Son las formas de engancharlos, de secuestrarlos y ahí está abierta la hipótesis de la trata (de personas)”, puntualiza Rigoni, quien descarta la idea de que sólo sea el cártel del narcotráfico Los Zetas el que está involucrado en esta red criminal.
El último reporte de la CNDH sobre secuestro a migrantes señala que, de enero a junio de 2010, más de 10,000 indocumentados fueron privados de su libertad, lo que equivale a 55 plagios diarios.
Un año antes de este reporte, la misma comisión presentó el Informe Especial sobre Casos de Secuestro en Contra de Migrantes, que documentó una cifra similar: 9,758 plagios de septiembre de 2008 a febrero de 2009.
Desde hace dos años, en el sur de México, se volvió más inseguro migrar por la incursión de las bandas de la delincuencia organizada en el coyotismo, según el análisis de testimonios recopilados por el albergue.
De éste se desprende que, desde hace siete años, ya existían las prácticas tradicionales del coyote en la frontera de Chiapas con Guatemala, pero no eran comunes las infiltraciones y los secuestros de las bandas criminales.
La casa del migrante recibió durante 2010 a 7,480 indocumentados, en su mayoría hondureños, según estadísticas de la propia institución.
"(El albergue recibe) desde hace años sólo a los hondureños. Con una novedad este año: que ha subido mucho el porcentaje de los salvadoreños (...) y ha bajado el de nicaragüenses”, calcula el también integrante del Consejo Consultivo del Instituto Nacional de Migración (INM).
El espionaje y la infiltración se han convertido en las nuevas estrategias de los coyotes, como se conoce en México a las personas que conducen a los migrantes por las fronteras de manera ilegal.
El perfil y las prácticas de estos agentes han cambiado en el sur del país, en un contexto de inseguridad y violencia, asegura en entrevista para CNNMéxico el director de la Casa del Migrante 'Albergue Belén', Florenzo Rigoni.
“(Antes) eran coyotes que vendían a sus enganchados (migrantes engañados) a una pequeña red o entre ellos, pero el 'coyotismo artesanal', por llamarlo de una forma, ya no existe”, insiste el presbítero de origen italiano, con más de 40 años de experiencia en temas de migración.
De acuerdo con testimonios recabados en el albergue que dirige Rigoni en Tapachula, ciudad del sureño estado de Chiapas que colinda con Guatemala, existen al menos dos nuevas modalidades de explotación de migrantes en el sur de México.
La primera corresponde a coyotes infiltrados en los flujos migratorios, quienes observan a migrantes que después engañan con promesas de trabajo o transportación, y son entregados al crimen organizado por una suma de dinero, principalmente en dólares.
“Hay gente que usa la migración para infiltrarse y ser claramente observadores o enganchadores de la criminalidad organizada”, señala el Premio Nacional de Derechos Humanos 2006, otorgado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
La segunda modalidad consiste en engañarlos como guías: invitan a los migrantes a albergarse en hoteles o estancias durante 2 ó 3 días, donde les ofrecen comida, y después son sorprendidos por una célula del crimen organizado que los secuestra.
“Son las formas de engancharlos, de secuestrarlos y ahí está abierta la hipótesis de la trata (de personas)”, puntualiza Rigoni, quien descarta la idea de que sólo sea el cártel del narcotráfico Los Zetas el que está involucrado en esta red criminal.
El último reporte de la CNDH sobre secuestro a migrantes señala que, de enero a junio de 2010, más de 10,000 indocumentados fueron privados de su libertad, lo que equivale a 55 plagios diarios.
Un año antes de este reporte, la misma comisión presentó el Informe Especial sobre Casos de Secuestro en Contra de Migrantes, que documentó una cifra similar: 9,758 plagios de septiembre de 2008 a febrero de 2009.
Desde hace dos años, en el sur de México, se volvió más inseguro migrar por la incursión de las bandas de la delincuencia organizada en el coyotismo, según el análisis de testimonios recopilados por el albergue.
De éste se desprende que, desde hace siete años, ya existían las prácticas tradicionales del coyote en la frontera de Chiapas con Guatemala, pero no eran comunes las infiltraciones y los secuestros de las bandas criminales.
La casa del migrante recibió durante 2010 a 7,480 indocumentados, en su mayoría hondureños, según estadísticas de la propia institución.
"(El albergue recibe) desde hace años sólo a los hondureños. Con una novedad este año: que ha subido mucho el porcentaje de los salvadoreños (...) y ha bajado el de nicaragüenses”, calcula el también integrante del Consejo Consultivo del Instituto Nacional de Migración (INM).
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