DIARIO
Distrito Federal— Édgar Valdez Villarreal sonreía. No dejó de sonreír durante los poco más de siete minutos que estuvo frente a cámaras y micrófonos en el Centro de Mando de la Policía Federal (PF). Sonreía ante las preguntas de los reporteros, sin responder a ninguna. Parecía divertirle ser el centro de atención.“Are you really ‘La Barbie’ó”, le cuestionó un corresponsal extranjero; “¿es cierto que tú ‘pusiste’ (traicionaste) a Arturo (Beltrán Leyva)ó ¿Niegas esoó ¿Lo niegasó”, insistió en español.
Valdez Villarreal seguía sonriendo.“Do you want to be extradited to the United States or you don’t want to go back thereó” (“¿Quieres ser extraditado a Estados Unidos o no quieres volver ahíó”), preguntó el corresponsal, y el detenido mantuvo la sonrisa. “¿De qué te ríesó”, le preguntó una reportera.
El detenido volteó a verla, pero tampoco le respondió.“Anoche preguntó a qué hora lo iban a presentar ante los medios; él ya conocía la mecánica”, confió un funcionario de la Policía Federal al comentar la risa del detenido.En primera fila, adelantándose incluso a muchos fotógrafos, trabajadores administrativos y policías de la corporación federal le tomaban fotos con sus celulares, para el recuerdo.Desconcertados, comentaban su actitud despreocupada y su rostro sonriente: “Míralo cómo se ríe, ¡qué bárbaro”, dijo uno; “se ve que le vale madres”, secundó otro mientras veía en su celular la foto del “trofeo”.Sólo en una ocasión “La Barbie” pareció dispuesto a responder.
Hizo un ademán de negar con la cabeza cuando escuchó al corresponsal: “¿Es cierto lo que dicen de tió” “¿Es ciertoó”.Minutos antes, el comisionado general de la PF, Facundo Rosas, y el jefe de la División Antidrogas, Ramón Pequeño García, habían hecho una detallada exposición de las actividades ilícitas que se le atribuyen.“La Barbie” no escuchó las acusaciones. Durante casi toda la conferencia estuvo en un vehículo blindado, estacionado en un extremo del hangar, junto con los otros seis detenidos.Los agentes los sacaron para la presentación cuando terminaba la ronda de preguntas y respuestas.Con paso seguro, pese a las esposas que acotaban sus movimientos, caminó hacia el centro del hangar, mirando de frente a las cámaras. Ahí empezó a sonreír, la sonrisa no se borró de sus labios durante los 7:16 minutos que duró su exposición ante los medios. La primera, tal vez la única.
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